Tanto los directores como los líderes de proyecto pueden desarrollarla para mejorar la relación con otros departamentos, generar mayor productividad y entregar proyectos exitosos.
La colaboración es fundamental en el mundo laboral y empresarial, por lo que es importante adquirirla y ponerla en práctica. Desarrollar un liderazgo colaborativo implica adquirir un conjunto de habilidades blandas que ayuden a crear confianza y seguridad psicológica dentro de los equipos. Es una habilidad de poder que se adquiere con el tiempo y la dedicación necesaria para desarrollarla y considerar que el estilo de liderazgo es un cambio de mentalidad, de lo individual a colectivo.
Hay algunos puntos importantes que se deben tomar en cuenta para lograr una colaboración exitosa dentro del equipo:
- Claridad: el líder de proyecto debe ser totalmente claro sobre el propósito, los objetivos y los procesos detrás del trabajo.
- Compromiso: es necesario que el trabajo sea relevante e importante para todos los miembros.
- Alineación: todos los integrantes del equipo deben moverse en la misma dirección
Tom Wujec, orador y autor de diversos libros, ofrece en entrevista a Project Management Institute (PMI), la asociación líder mundial en dirección de proyectos, tres recomendaciones para fomentar una mentalidad fluida y una colaboración más sólida entre los equipos:
Seleccionar y ejecutar los mejores movimientos
En todo proyecto es imposible saber lo que pasará de inicio a fin. Trabajar con el equipo en la resolución de problemas complejos con un alto grado de incertidumbre puede ser un desafío. Cursos como Wicked Problem Solving tienen sus raíces en la ciencia cognitiva e incorporan elementos de pensamiento de diseño, prácticas lean y ágiles.
Abordar los canales delanteros y secundarios
Los movimientos se pueden desarrollar para abordar los canales delanteros y secundarios de un proyecto. El canal delantero se refiere a todas las cosas tangibles que se requieren en un proyecto, es decir los materiales y recursos necesarios para llevarlo a cabo hasta su finalización. El canal secundario es para saber cómo se mueven las personas dentro del proyecto, lo que piensan y sienten sobre el trabajo, las suposiciones, su forma de pensar y el bagaje emocional que aportan a la tarea.
Una forma de abordar los problemas de actitud es comenzar a cuestionarlo todo. Iniciar el proyecto con un “bombardeo de preguntas” al equipo. Escuchar lo que los miembros tienen que decir sobre el mismo o los problemas que necesitan tratarse. Esto cambia la dinámica y evita el imponer sólo lo que el líder piensa. Así se pasa a la exploración, donde la curiosidad y el contexto son lo que más importa.
Centrarse en la facilitación
Significa tratar de ayudar a otros a lograr sus objetivos más fácilmente. La clave para una facilitación exitosa es comprender dónde se encuentra el líder de proyecto en el proceso de colaboración.
La primera etapa de la colaboración es alentar la creatividad. Aquí se fomenta una lluvia de ideas para abordar un problema. En esta fase, es importante crear un entorno psicológicamente seguro donde los miembros del equipo se sientan cómodos compartiendo diversos pensamientos y una amplia variedad de ideas.
La segunda etapa es la agilidad creativa. En este punto es necesario trabajar las ideas, pidiendo a las personas que “aumenten” el pensamiento creativo del equipo y luego experimenten, prueben y obtengan retroalimentación sobre sus ideas.
La tercera etapa es la resolución creativa. Aquí el líder de proyecto determina el curso de acción final basado en los aprendizajes de la etapa de agilidad creativa.
Dominar estas técnicas y habilidades para la colaboración sin duda ayuda a los equipos a trabajar mejor en un mundo cada vez más complejo, en el que los problemas no siempre tienen una solución fácil o lineal y hay que abrir la mente para encontrar la mejor forma de resolverlo.
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