En esta ocasión acompañamos al sommelier de Vinoteca, Julio Grinberg, en una aventura de sabor y frescura al restaurante Santo Mar ubicado en Arboleda, donde descubrimos en compañía del chef Nacho Aceves que el vino también tiene sabor a mar.
El platillo:
Santo Mar empezó hace 10 años en Guadalajara, Jalisco y desde ese entonces han buscado brindarle al cliente una experiencia innovadora y fresca.
“Nos gusta meterle más cariño, más énfasis en la preparación y que el cliente se lleve una gran experiencia”, menciona el chef.
El platillo que eligió el chef Nacho Aceves para el maridaje fue el pulpo flameado, mismo que se ha vuelto uno de lo más destacados del lugar.
“Es un pulpo cocinado a las brasas acompañado de cambray, espárrago verde y champiñones con un poco de mantequilla. Al platillo le ponemos un poco de ajo, chile guajillo que le da un picor sútil y al finala añadimos salsas negras para potenciar los sabores. Posteriormente lo terminamos en la mesa del cliente al flamearlo con un queso de 18 meses de añejamiento y vodka”, explica.
Al ser un platillo ligeramente picante y con cítricos se acompaña perfectamente del Chardonnay.
El vino:
El vino elegido para el maridaje fue un Chardonnay de Viñas de Garza, “una joya mexicana que empezó con tres de las 10 hectáreas que tienen hoy en día en 2003”.
“Lo mágico es que tiene notas tropicales, impacta no te deja corto, es un vino que acompaña a medida que lo vas oliendo, va in crescendo. Este vino presume corpulencia, grosor y frescura que envuelve el paladar”, explica el sommelier.
El vino quedó ideal para el platillo del chef debido a “la mantecosidad y la madera con el vino blanco hicieron un acompañamiento justo. Baja la parte ácida y la salsa negra lo acompaña muy bien”, finalizó.
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