¿TU EMPRESA ES VERDADERAMENTE VERDE?

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Tal vez han leído en artículos previos que menciono “feminismos”, en plural. Así es, son muchos, se entretejen y nutren; enriquecen el intercambio, dan lugar a diferentes voces y vivencias. En esa pluralidad existe uno llamado “ecofeminismo”.

De acuerdo a Mary Mellor (presidenta del Instituto de Investigación de Ciudades Sostenibles, en la Universidad de Northumbria, en Newcastle) el ecofeminismo es “un movimiento que ve una conexión entre la explotación y la degradación del mundo natural y la subordinación y la opresión de las mujeres”.

Dentro del ecofeminismo existen varias posturas. Por ejemplo, hay quienes señalan que hay una conexión mística entre las mujeres y la naturaleza. Otras afirman que dicha conexión no es mística sino consecuencia de la socialización y división sexual del trabajo que hace que las mujeres, por el rol reproductivo que se les ha asignado como principal, les ha hecho más cercanas a la naturaleza y por tanto también más vulnerables a los desastres naturales.

RESPONSABILIDADES

En alguno de sus maravillosos escritos, Marcela Lagarde explica que las mujeres asumimos responsabilidad de aquello de lo que realmente no hemos sido responsables. En particular menciona la frase: “Nos estamos acabando el medio ambiente”. Ella invita a reflexionar si realmente somos responsables cuando no hemos estado en la toma de decisiones de empresas que han saqueado la naturaleza en búsqueda de beneficio económico. Tampoco hemos sido quienes, a través de decisiones militares, han puesto en peligro a la naturaleza y la humanidad, todo por el interés de dominar a otros, al grado de diseñar estrategias para matar de manera sistemática.

Sin duda, tampoco han sido “todos los hombres” quienes han tomado esas decisiones. Han sido aquellos que enaltecen una identidad masculina que tiene como eje el dinero y el ejercicio del poder para someter. Si bien no todos llegan a los espacios de toma de decisiones, muchos de quienes están fuera de los mismos, sí vanaglorian esta forma de ser hombres en diferentes ámbitos.

Las mujeres fueron las primeras en protestar contra la destrucción del medio ambiente. No obstante también fueron “beneficiadas” económicamente por un modelo de industrialización que ha dañado a la naturaleza, ya que fueron empleadas por industrias que han envenenado el agua, la tierra y el aire. Un modelo económico que pasó de no darles acceso al empleo a abrirles la puerta como mano de obra poco calificada, mal pagada y sin derechos laborales reales.

SUSTENTABILIDAD Y NEGOCIOS: ¿COMPROMISO O CONVENIENCIA?

Muchos esfuerzos han surgido debido a la emergencia de contribuir a detener la degradación de la naturaleza. Entre ellos los negocios verdes (green enterprises), los cuales siguen medidas para reducir su impacto ambiental, proteger la naturaleza o incluso aquellos que incluyen la protección ambiental como eje de su plan de negocios.

Aunque muchos de dichos esfuerzos son loables, existen otros que se les denomina green washing, es decir aquellos que sólo se disfrazan o que utilizan el estandarte para tener una mejor imagen, tener mayor acceso a apoyos y créditos, que se lanzan porque el mercado aún es nuevo y podrían tener poca o nula competencia.

A las y los ecologistas les indigna ese tipo de acciones que instrumentaliza la naturaleza como una vía de negocio, sin que haya un compromiso real con un desarrollo sustentable. A las feministas nos indigna igualmente, pues las mujeres en economías de subsistencia son las principales víctimas de la destrucción de la naturaleza.

El ecofeminismo plantea que las y los ecologistas y feministas abanderamos causas que se entretejen. Sin embargo, no todas las personas ecologistas son feministas, ni todas las personas feministas son ecologistas.

¿POR QUÉ DEBERÍAMOS UNIR FUERZAS?

Si hablamos de compromiso real y entendimiento complejo de las implicaciones que tiene el deterioro de la naturaleza, veríamos que las y los ecologistas empujan acciones que impactan de manera positiva a las mujeres que viven en contextos de máxima pobreza y subsistencia. Por otro lado, las y los feministas promueven también una agenda que impacta de manera positiva el cuidado de la naturaleza, alentando otras formas de economía que no estén regidas por el abuso ni por el imaginario de éxito que prioriza el beneficio económico por encima de la dignidad humana.

Si tienes un emprendimiento o negocio verde, probablemente estés también a favor de un mundo igualitario. Si no es así, quizá sólo seas parte de la instrumentalización de la naturaleza para fines individuales; es decir, más que un negocio verde sería una empresa green washing.