A la mayoría de las personas nos es muy difícil sentirnos desaprobados, rechazados por los demás. Esto se debe a que en algún momento de nuestras vidas, muchos de nosotros perdemos la conexión con la fuente interior del amor (que es la conexión con la que nacemos) y entonces toda la fuente de nuestra seguridad pasa a estar en lo externo.
Desde ahí para adelante buscamos el amor y la aprobación afuera, en los otros, en las satisfacciones que obtenemos o en los logros y reconocimientos por lo logrado. Pero ¿qué sucede si nos quedamos sin nada de eso? es algo que ocurre, ¿verdad?. Que alguien nos rechace, que un proyecto no salga como se planificó, que una catástrofe natural o una crisis económica borre todo de un plumazo, que una relación termine en fracaso, que nos sintamos desaprobados en nuestro trabajo por nuestros superiores, por nuestros padres, por nuestros subalternos, en fin.
Primeramente, ¿estamos poniendo todas nuestras expectativas y nuestra satisfacción en el resultado de un proyecto, de una relación?
Esa es una avenida segura para sufrir, para decepcionarnos, porque lo externo es siempre cambiante y no lo podemos controlar. En cambio es maravilloso desarrollar un estado de dicha y paz interna permanente y así enfrentar las vicisitudes del mundo, ya sea en el trabajo, en las relaciones o en cualquier situación. Si no tenemos esa paz, esa dicha, cada rechazo nos quiebra internamente, nos hace dudar, cada plan que no sale como queríamos es vivido como fracaso, como derrumbe de todo lo planificado y esperado, y esto no nos permite disfrutar de la vida.
Las cosas que suceden en nuestra vida condicionan permanentemente nuestra experiencia interna y la acumulación de estrés de todo tipo hasta nos lleva a enfermarnos. Muchas veces estas situaciones nos llevan a recurrir al alcohol, a las drogas, a cualquier adicción que nos anestesie de lo que realmente estamos sintiendo.
Revisemos nuestro orden de prioridades
¿Es lo externo lo más importante? Si algo no sale como esperábamos, ¿nos castigamos con pensamientos que nos hunden? ¿Prestamos más atención a la opinión de otros que a lo que nosotros sentimos? Si es así, estamos siendo violentos con nosotros mismos, nos estamos rechazando, y estamos invirtiendo mucho en ese sentimiento de fracaso.
Hacer algo nuevo: podemos comenzar a apreciarnos
Ir desarrollando ese amor que está esperando dentro de cada uno, nutrirnos internamente, de la misma manera que uno nutre a un bebé, o como se relacionaría con un amante. Así tenemos que tratarnos y desarrollar ese cuidado, ese amor a nosotros mismos, y esto tiene que ser lo más importante para nosotros.
Podemos revertir ese auto rechazo y cambiar, ser amorosos con nosotros, y con el tiempo, al desarrollar esta nueva forma de relación con nosotros mismos, este nuevo espacio interior, podremos ver que cuando algo externo nos llegue a afectar, lo viviremos de diferente forma, será como el viento que nos atraviesa, que mueve nuestro cabello y pasa, y podremos recibir y aprovechar lo mejor de cada experiencia, creciendo con ella y descubriendo nuestro propio camino de evolución, y eso también se reflejará en todo lo que nos rodea.