Los avances en la neurociencia han confirmado que las interacciones con los adultos, las experiencias y el entorno durante la infancia temprana afectan la arquitectura del cerebro.
Las experiencias positivas en un ambiente de crianza seguro promueven el aprendizaje, la salud y el crecimiento. En cambio, un ambiente adverso incrementa la posibilidad de problemas de salud, rezagos en el aprendizaje y productividad limitada en el futuro.
Por ello, los programas y las políticas enfocadas en los primeros años de vida tienen un enorme potencial para establecer un camino más sólido para el desarrollo de los niños generan una mayor tasa de retorno de inversión.
Por otra parte, la larga tradición asistencial y caritativa que ha dominado la atención a los niños y las niñas de los grupos más necesitados en nuestro país ha puesto el énfasis en brindar una protección compensatoria (salud, comida, refugio, vestido) pero ha brindado poca atención a las necesidades específicas de su desarrollo (Jarillo Rabling, 2014).
Estos antecedentes condicionan que, en muchos casos, las organizaciones y las agencias gubernamentales con programas de atención en primera infancia presenten limitaciones para conceptualizar y monitorear el impacto de sus intervenciones en el desarrollo de los menores y las familias atendidas; el seguimiento y las evaluaciones de los programas generalmente se limitan a registrar su cobertura.
En Diciembre del 2015, el Lab Desarrollo Infantil de la Universidad Regiomontana creó la Aceleradora de Innovación para la Primera Infancia (AIPI), el clúster en México de Fronters Of Innovation (FOI), iniciativa del Center on the Developing Child de la Universidad de Harvard (HCDC).
Entre 2016 y 2018, la Aceleradora junto a Fundación Femsa y otros colaboradores, brindaron a organizaciones las condiciones y el soporte técnico para desarrollar programas de intervención en favor de la primera infancia en condiciones de vulnerabilidad.
Trabajando en conjunto, buscamos incrementar la efectividad de proyectos innovadores, desarrollados por organizaciones sociales o del sector público, que realicen intervención en primera infancia con niños y cuidadores en situación de vulnerabilidad; a través de acompañamiento estratégico, consultoría técnica, apoyo financiero y la generación de una comunidad de aprendizaje.
Este pasado 4 y 5 de diciembre, se dió inicio a una segunda fase de trabajo, en la que la Aceleradora incorporó en las instalaciones de la U-ERRE a 17 nuevas organizaciones y aliados de diferentes estados del país para trabajar en el desarrollo de iniciativas en favor a la primera instancia de México.