México es uno de los países con mayor deserción universitaria entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Según este organismo, en nuestra nación, sólo 2 de cada 10 jóvenes mayores de 25 años han concluido la universidad; esto debido, la mayoría de las veces a falta de recursos. A pesar de que existen becas, planes de pagos y opciones digitales que reducen los costos, ninguno ha podido responder a la necesidad socioeconómica del país.
Así, los seguros educativos encabezan las opciones para combatir el problema de abandono universitario; por lo que te presentamos tres razones principales del por qué podrían ser la solución para este problema.
La educación debe ser una inversión, no una deuda
Estudiar en México se ha vuelto un privilegio. Las instituciones públicas han rebasado su capacidad y las privadas se encuentran lejos de las posibilidades económicas de gran parte de los mexicanos.
La educación debe ser una inversión, pero no sólo como una metáfora de conocimiento, sino monetaria también; pagar al día la universidad puede significar una serie de deudas muy significativas para una familia.
Resulta necesario prevenir o ahorrar al respecto, pues una institución pública puede alcanzar hasta $30,000 tan sólo de libros, como lo es el área de medicina. Y a esto hay que sumarle pasajes o gasolina, comida y, en muchos casos, hospedaje; lo que conlleva una suma más que considerable.
Asimismo, el costo promedio de una carrera en universidad privada va de los $125,000 a los $950,000; cantidades que se encuentran fuera del alcance y de los ingreso de los muchos mexicanos. Ante esto, las instituciones han apostado por los créditos, no obstante, el sistema crediticio tiende a convertirse en una deuda que permanecerá por muchos años, tal como ha sucedido con los estudiantes en Estados Unidos y Chile.
3 de cada 10 estudiantes universitarios padecen estrés
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos tiene un promedio de 37% de graduados en educación superior; sin embargo, México está a la mitad de dicho porcentaje, lo que lo coloca en uno de los peores dentro de la OCDE ; siendo el abandono una de sus principales razones.
Además de una posible deuda, la presión por obtener un título universitario está incrementando, en números agudos, la cantidad de estudiantes con ansiedad o estrés. Cerca del 30% de alumnos de nuevo ingreso contrae alguno de estos padecimientos, y el porcentaje aumenta cada semestre; muchos de ellos sufren por no poder cubrir alguno de los gastos al respecto o, incluso, no se tratan profesionalmente con tal de economizar y mantenerse estudiando.
Y, por si fuera poco, esto está permeando a los padres: según un estudio realizado por HSBC, el 55% de los padres o tutores dejaría de pagar la tarjeta de crédito, ahorrar para su retiro (53%), o dejar incluso de pagar la renta de la vivienda (37%), antes que suspender el financiamiento de la carrera de su hijo/a. Cuestión que, a su vez, se traduce en una nueva preocupación o estrés para la familia.
Enfocarse en lo que se quiere: trazar un futuro es importante
En México, los adultos con un título de educación superior ganan en promedio más del doble que los adultos solo con estudios de educación media superior. Eso sin contar a los que han concluido un posgrado, quienes sólo representan el 1% entre personas de 25 a 64 años, y los cuales perciben aún más ingresos.
Del mismo modo, la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) señala que el 80% de los profesionistas cuentan con un trabajo remunerado; hasta un 7% son empleadores y un 13% son emprendedores.
Es decir, que concluir una carrera universitaria sí corresponde a un futuro más próspero; siempre y cuando se tenga bien trazado, puesto que muchos egresados terminan muy agotados o, como se dijo, endeudados, lo que les impide focalizar sus objetivos con claridad o, en el muchos casos, los obliga sólo a enfocarse en liquidar sus créditos y demás deudas; lo que transforma su futuro en otra preocupación.
En ese sentido, un seguro de educación cubre cada una de dichas problemáticas. Por ejemplo, la Insurtech Mango Life tiene un seguro de educación que funciona como un ahorro e inversión, se puede contratar para el menor desde su nacimiento y hasta los 13 años, con un contrato de mínimo 5 años y un pago fijo anual o mensual. Dicha suma a recibir puede ir desde los 200 mil hasta el 1.5 millones de pesos, además, incluye un seguro por fallecimiento, que protege esta suma contratada en caso de muerte por parte del contratante.
De este modo, un seguro de educación refiere a una tranquilidad, la cual se traduce como la certeza de cumplir con la educación como la mejor herencia que se puede dejar a los hijos.