¿QUIERES CAMBIARTE EL CHIP Y EMPEZAR A CREAR?

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Hace unos días leyendo el Kamasutra de la Innovación, de Jorge Cuevas Dávalos, me di cuenta de que en realidad… ¿Cómo? ¿Dije “realidad”? Ah, caray, ¡sí! Ahora me puse a cuestionar que si lo que pienso que es realidad ¿no lo fuera? pudiera enfocarme en otras cosas. ¿Por qué les comento esto?

Porque dentro de la innovación disruptiva tenemos que reinventarnos, no sólo es cuestión de un producto o servicio, también necesitas reinventarte ¡tú! ¿Como lo harás? Desde tus hábitos diarios con una reprogramación mental, que cambien tus creencias para obtener mejores resultados. Por una parte reflexiona que metes en tu mente, desde que películas, música, anécdotas y experiencias hasta que amigos tienes.

No es cuestión de que seas egoísta y te olvides de las actividades que ya haces, de tus amigos o de lo que te interese, es imaginar que si tu cerebro puede guardar tanta información, es decisión tuya si quieres entrenarlo en un ambiente de creatividad, ecuanimidad y polímatia o prefieres llenarlo de basura. Pensar en una manera distinta a lo que ya eres te permitirá ser un explorador y darte cuenta de detalles que no percibías, como sí cada día tomarás 1 litro de refresco mientras necesitas 2L. de agua o que los 30 min. que usas para ver videos chistosos en YouTube podrías usarlos leyendo un pequeño artículo de Egdher Hernández. Ahora imagina ¿Quién eres hoy? ¿Esa es tu realidad? No.

Para nuestro cuerpo y especialmente el cerebro, todo el tiempo estamos cambiando, eso sí, si cambias lo que crees de ti en este momento podrás cambiar tu futuro. Seamos muy honestos, desde niños nos limitaron a ser sinceros, no podíamos hacer lo que queríamos, desde decidir que comer en casa, cómo aprender en la escuela, hasta como comportarte en un trabajo o proyecto. Ese límite que nos imponen hasta nuestros días son barreras mentales que necesitamos taladrar, porque nos quitan la esencia de ser exploradores y poder experimentar. Por último, anda reinvéntate, enfócate en construir tu futuro, no lo dejes a la deriva.

 

Artículo por: Egdher Hernández