¿Que tanto nos mata el aire que respiramos?

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Por: Luis Salazar  

A menudo se asocia a la contaminación del aire con las enfermedades crónicas, sobre todo las respiratorias, que padecemos. Pero ¿cómo tener la certeza de asociar unas y otras?

La respuesta es multifactorial. Un buen inicio es tener muchos datos, entre más variables y más años de registro mejor, y en segunda parte utilizar la ciencia de datos y el desarrollo de algoritmos bien calibrados que puedan predecir mejor.

Desde hace 15 años la doctora Schaeffer comenzó a recopilar datos de la calidad del aire y de la salud en dependencias de gobierno y descentralizadas.

En esto trabajan la doctora Elisa Schaeffer y su doctorando, el maestro José Alberto Benavides, matemáticos del Posgrado en Ingeniería de Sistemas (PISIS) de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (FIME) de la UANL.

La llegada de José Alberto al doctorado, y su tema de tesis, le dieron un segundo impulso a la investigación.

Además de la tesis ellos desarrollan el estudio “Exploración algorítmica de relaciones entre calidad de aire y bienestar”, que en este 2020 ganó el estímulo del Programa de Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica de la UANL (Paicyt).

¿Dónde viven, trabajan y cómo se transportan?

“Me interesó la relación entre clima y enfermedades respiratorias, gripa, influenza. Vamos a ver si dióxido carbono causa cáncer. Son millones de complicaciones y cuestiones”, destacó la catedrática adscrita al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

La doctora Elisa Schaeffer es muy puntal al señalar que no necesita nombres o ubicaciones exactas de los pacientes, sino solo las zonas de vivienda, trabajo, transporte y las propensiones genéticas y de salud de los mismos.

Alberto precisó que lo que les interesó es tomar tantos datos como sea posible para alimentar los algoritmos pensando en una base de datos nacional y local que ayudase a la toma de decisiones en las políticas de salud. Es un generador de hipótesis.

El plan es empezar a tomar datos socioeconómicos del censo del INEGI y sumarlos a las variables de ubicación de vivienda, de traslados a los centros de trabajo, de atención de los centros de salud, de propensiones genéticas y hábitos saludables, entre otros.

Es un estudio de largo aliento

En la investigación han colaborado el investigador Gerardo Velasco, de Ciencias de la Salud; Sara Rodríguez, Arturo Berrones y Armando Serna, del PISIS; y Armandina Valdez, titular de la Dirección de gestión integral de la calidad del aire del SIMA.

Pero es un estudio, dice Schaeffer, en el que lo ideal es contar con décadas de datos y variables, o cuando menos cinco años de datos, sin faltantes, para poder tener un avance importante y un buen inicio.

“Podemos especular, pero tenemos que trabajar con muy largos plazos. Un año de datos es muy poco porque puede haber un volcán o polvo de Sahara. Si no tienes treinta datos no tienes nada. Ojalá que tuviéramos tres décadas”.

Elisa Schaeffer, Matemática del Posgrado en Ingeniería de Sistemas de la FIME.

Alberto considera que las utilidades del estudio son muchas. Los datos de la contaminación ambiental podrían ser importantes para la ganadería, agricultura y la salud forestal. Además puede ayudarse de la inteligencia artificial.

La doctora Schaeffer dijo que envió una solicitud para inscribir la investigación en el programa “Fronteras de la Ciencia” del Conacyt. Además considera importante que vocacionalmente se incorpore el buen manejo de datos desde el nivel preparatoria.

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