Muchas veces nos ha tocado trabajar con gente que decidió cambiar su trabajo e intentar algo totalmente distinto a lo que venía haciendo; dejar su sueldo seguro y lanzarse a emprender, cambiar su empresa radicalmente de giro, buscar mercados que antes no habían sido explorados o tomar cualquiera de estos enormes riesgos solo para acabar donde mismo o con resultados igual de insatisfactorios que aquellos que estaban intentando cambiar.
En un mundo cada vez más competido y donde estamos en la constante búsqueda de un diferenciador es común escuchar frases como: “el que no arriesga no gana” o “el verdadero riesgo es no arriesgar”. Y así, en pos del riesgo, buscamos estrategias cada vez más y más audaces.
Pero el verdadero gran diferenciador de hoy no es quien arriesga “hacia afuera” si no quien arriesga “hacia adentro”. Aquel que arriesga, no con inversionistas, ni nuevos productos, ni con estrategias de la empresa o con acciones distintas en los mercados en los que se mueve, si no con autoevaluaciones profundas, con auto-revisiones de carácter y temperamento, aquel que está dispuesto a reinventarse a sí mismo.
Para lograr esto, es necesario identificar cuál es la parte de el ego que estás intentando alimentar. Aquella parte que en ocasiones es lo que realmente estamos buscando satisfacer cuando hacemos esos grandes cambios o corremos esos grandes riesgos externos.
Estas necesidades del ego ya las conoces. Algunos ejemplos son: encajar en una sociedad, tener más empleados, incrementar la facturación, ser rentable, cumplir un propósito o una misión, etc.
Ser emprendedor requiere avanzar a través de caminos donde habrá dificultades perseverando con estrategias fundamentadas en valores hacia un fin claro. Ese fin se manifiesta con Resultados y esos Resultados se obtienen a través de Acciones o Estrategias específicas. Pero es el Ser quién lleva acabo estas Acciones o Estrategias y por lo tanto la parte más importante del modelo Ser-Acción-Resultado.
Para obtener Resultados satisfactorios, en ocasiones intentamos tomar riesgos en el nivel de las Acciones. Nos hacemos la pregunta ¿Qué estoy haciendo? O ¿Qué puedo hacer diferente? Por lo regular, esto genera que se mantenga en un nivel muy superficial el ejercicio y no suelen existir cambios trascendentales.
La recomendación para cualquier emprendedor es ir más allá y enfocarse en la pregunta ¿Cómo estoy SIENDO y cómo puedo SER diferente?
Mientras se tenga una mentalidad de crecimiento, el enfoque sea en el autoconocimiento y en el tomar riesgos en un nivel más profundos del ser, se podrán desafiar esas creencias y cambiar las historias limitantes que son, en la mayoría de los casos, lo que realmente nos aleja del éxito.
Emprende el camino del desarrollo personal y disfruta el proceso de obtener los resultados que siempre quisiste.