Tanto los horarios flexibles como el home office son beneficios o prestaciones que al parecer ya toda empresa debe de tener, eso suena bien, pero se queda muy corto de propósito integral que conlleva.
Problema número 1
La primera razón por la que estoy en contra es porque la mayoría de las empresas con este tipo de beneficios sienten que ya cumplieron su “cuota” y con este pretexto presumen su marca empleadora.
La realidad es que la flexibilidad conlleva otros temas más trascendentes como: planes de capacitación, feedback con los jefes, mentoring o diseñar los planes de carrera. Es importante resolver primero esto antes de ofrecer más.
¿Cómo solucionarlo?
La estrategia más fácil es crear focus groups donde se pregunte: ¿Qué necesitas para estar mejor en el trabajo? ¿Si pudieras enumerar 3 cosas que pudieran impactar tu plan dentro de la empresa, cuáles serían?
A veces nos daremos cuenta que un plan de horarios flexibles queda en tercer plano cuando la gente busca primero reconocimiento, mejores carreras o incluso donas por las mañanas.
Problema Número 2
La segunda razón por la cual estoy en contra de la flexibilidad laboral es porque al talento lo quieres cerca para fomentar una cultura y contagiar tu misión de empresa, ¿eso cómo lo consigues desde casa?
¿Cómo solucionarlo?
Mejor seamos facilitadores para que la gente se sienta lo más cómoda posible en la oficina, y puedan generar mejor las ideas.
¿Tu gente necesita guarderías, tintorería o gimnasio para facilitarle la vida? Vamos a darle lo que necesiten para que las cosas fluyan, pero ojo, esto por ningún motivo significa que hay que trabajar horas extras, o quedarnos exclusivamente en la oficina.