Hombre polémico y honesto, reconocido a nivel nacional por su destacado trabajo en la política, Ricardo Torres Origel nació el 8 de septiembre de 1956 en nuestra ciudad. Con ímpetu defendió sus ideas durante toda su trayectoria, misma que estuvo al servicio de los demás.
Egresó como maestro normalista de la Normal Cristóbal Colón A.C. en la Ciudad de México. Estudió la licenciatura en Educación en la Normal Superior Benavente de Puebla, además de realizar estudios en Filosofía en la Universidad La Salle de México, D.F. y Administración Pública y Reingeniería de las Instituciones en la Universidad Iberoamericana y la Universidad de San Diego, California. Y tiempo después decidió especializarse con un posgrado en Ciencia Política en la Universidad Pontificia de Salamanca, España.
La pasión que lo caracterizaba lo llevó a ocupar importantes cargos como el de director general de Desarrollo Social en el periodo 1995 – 1997 en el Ayuntamiento de León, que en ese entonces era presidido por Luis Quiroz Echegaray; diputado local del distrito VI y coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional en la LVII Legislatura del Congreso del Estado de Guanajuato, diputado federal en la LVIII Legislatura del H. Congreso de la Unión. Asimismo, fue el responsable de la Secretaría de Gobierno de Guanajuato de 2004 a 2006 y senador de la República de 2006 a 2012.
Aunado al amor que le tenía a la política, también estaba su gusto por la educación, de la que fue un entusiasta impulsor, ya que creía firmemente que en las escuelas es donde se forja el corazón e inteligencia de los mexicanos del futuro, por lo que fue docente y director de la Escuela Cristóbal Colón A.C. en la CDMX y director técnico del Instituto Hispanoamericano en León A.C. Ricardo finalmente funda y preside la Junta de Gobierno del Colegio Iberoamericano del Bajío S.C., Colegio Franco-Americano, concretando así su compromiso con la educación.
Ricardo dejó una huella imborrable en los corazones de familiares y amigos, quienes lo recordarán siempre, no sólo por su fecunda carrera en la que benefició a su comunidad y al país, sino porque fue una persona sencilla que a pesar de su ocupada agenda, gustaba de pasar tiempo con sus seres queridos y disfrutar de uno de sus pasatiempos preferidos: el ciclismo.
Un gran legado es el que deja este ilustre leonés que luchó con fortaleza y decisión por cumplir sus sueños, sueños compartidos con la sociedad que confió en él y por la que trabajó hasta el último de sus días.