LAS CONSECUENCIAS DEL CONSUMISMO

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En un mundo en donde los productos se han diseñado para ser reemplazados, la publicidad se ha vuelto un llamado a la destrucción – Gunther Anders 

¿Qué hiciste con el teléfono anterior que tuviste?, ¿con la ropa que sacaste?, ¿con tu antigua computadora?, y ¿con los libros que ya no usaste? Lo más probable es que todo lo que desechas eventualmente termina en la basura. Quizás no lo tiras tu directamente, pero su siguiente usuario, o el siguiente, o el siguiente, terminará por desecharlo.

 Este hecho supone que tu actitud hacia la adquisición de productos nuevos tiene mucho que ver con el mundo que heredarás mañana, no sólo en términos medio-ambientales, sino que también en términos de explotación laboral y sobrevaloración material.

El dinamismo en el consumo es un llamado a la manufactura desenfrenada, a la explotación de la mano de obra, a la incansable búsqueda de reducción de costos, y a la innecesaria renovación de productos. Es difícil estar fuera de esta dinámica.

Los principales objetivos de las empresas son el crecimiento y la rentabilidad, y en un mundo altamente competitivo, es imposible ser ajeno a la reducción de costos y a la utilización de estrategias que permitan a los clientes seguir consumiendo productos y servicios de forma permanente.

 

Y si el consumidor no lo necesita, ¿entonces por qué lo compra? 

El argumento más inocente de los que se dedican a marketear productos es que la adquisición de bienes está fundamentada con las necesidades biológicas: necesito hidratarme – tomo agua, necesito dormir – me acuesto y duermo, necesito relacionarme – entablo una conversación con alguna persona.

 La realidad consumista en la que vivimos no está relacionada con las necesidades biológicas humanas, sino que las necesidades del hombre se modifican constantemente, es decir, se necesita lo que ya se tiene, porque la necesidad en el ser humano no es un estado que está atado a la biología, sino a la psicología.

Cada propiedad tecnológica se consolida y se establece en la mente del individuo que posee el bien. Así, aunque se puede llegar a prescindir de la necesidad de poseer un teléfono o una computadora, la realidad es que el consumista no está dispuesto a hacerlo.

Mientras nos encontremos en una dinámica de consumo, necesitaremos lo que tenemos y lo que se nos ofrece. La máxima de la realidad consumista actual sonaría algo como: “aprende a necesitar lo que se te ofrece”.

 

¿Cómo puedo hacer que mi empresa sea competitiva sin que sea parte de esa dinámica consumista?

No se puede. Al menos no se puede prescindir del consumismo en su totalidad. Sin embargo, se puede buscar competir en industrias en las que se minimice la manufactura desproporcionada de productos, y en las que los productos se caractericen por su durabilidad y no por su constante renovación.

Si además de comercializar productos durables, se busca cumplir con una manufactura sustentable (que disminuya el residuo de la operación y el desecho del producto), un mercado de nicho (para poder aspirar a ser rentable sin abaratar la mano de obra), y una estrategia de innovación que construya sobre los productos existentes (sin tenerlos que desechar para cambiarlos por unos nuevos), seguro que el mundo que tu empresa heredará mañana será un mundo con mejores condiciones humanas y medio-ambientales.

Suena Idealista…

Lo es. Así deben ser las visiones de un mejor mañana: aspiracionales; -apuntar hacia la perfección para aterrizar en la excelencia-.

Lo que no podemos hacer es pensar que llevar nuestra empresa hacia ese nivel es una tarea que no vale la pena porque es inalcanzable.

Al final, deberemos estar orgullosos de que habremos colocado nuestro mejor esfuerzo para dejar un mañana mejor, y de que aunque la velocidad del consumismo desenfrenado acelere, nuestra actitud hacia él será ejemplo para nuestras futuras generaciones.  

Artículo por Javier Tenorio