Los diseñadores y fabricantes de vehículos automotores, en su deseo de brindar un espacio de comodidad y facilidad de transportación, que nos permita movernos de un lugar a otro en menor tiempo, tal vez no imaginaron lo que el mismo significaría con el paso de los años.
Los medios de transporte sobre todo el automóvil, revolucionaron y transformaron a países, ciudades y personas; el automotor modificó status y permitió el desarrollo de una infinidad de conceptos. Todo lo bueno que los automóviles trajeron, con el tiempo vino acompañado de lo malo.
El uso excesivo del automóvil, con su expansión urbana en las últimas décadas, es y ha sido el causante de la inhibición de los transportes no motorizados. Peatones y ciclistas no encuentran lugar en las ciudades que son hostiles para ellos, aún con ciclovías y espacios dedicados a ellos.
La contaminación del aire es producida sobre todo por los medios que emiten gases de escape en el interior de las ciudades y depende de la energía de tracción consumida. El automóvil es el medio que más energía de tracción consume: cuatro veces más que el autobús para el mismo número de viajeros. Se sitúa así como principal foco emisor y principal responsable de la contaminación del aire en las ciudades.
Además, es también la causa de los mayores impactos a escala global: contribución al cambio climático e impactos relacionados con la obtención y distribución de la energía petróleo.
El principal problema del automóvil radica en su uso generalizado y desmesurado, provoca la congestión e ineficiencia del transporte en las ciudades. Derivado del uso en demasía del carro, se produce un ruido que aturde las ciudades, basta darse una vuelta por el centro de las mismas; el ruido urbano es demasiado y ensordecedor debido a la gran cantidad de tráfico.