Los 16 intensos días de las olimpiadas en Río de Janeiro han llegado a su fin. Tras 306 competiciones en 28 diferentes deportes, podemos llegar a algunas conclusiones. Nuestro vecino del norte es una máquina deportiva, arrasando con 121 medallas totales, incluyendo 46 de oro (19 más que su más cercano perseguidor, Gran Bretaña). Yéndonos un poco hacia el sur, México despertó al final, cosechando sus cinco medallas (tres de plata, dos de bronce) en los últimos días. A pesar de ello, el país terminó en el lugar 61.
A simple vista, los resultados no son dignos de presumirse, pero si damos un “segundo click”, realmente son aterradores. México es el décimo país con más habitantes en el mundo, cerca de 130 millones. Es decir, obtuvimos 0.04 medallas por cada millón, dejándonos en octavo lugar (de abajo para arriba) de los más de 200 países participantes. Entiendo que no es suficiente tener mucha gente en un país; hay que tener los recursos para desarrollar atletas de alto rendimiento. Resulta que en ese sentido estamos prácticamente iguales; en noveno lugar (por supuesto, otra vez de abajo para arriba) en medallas por cada mil millones de libras esterlinas del Producto Interno Bruto (0.44). Por último, algunos dirán que falta realmente invertir en el deporte, y ahí sí hay un buen argumento. Desde el 2013, se ha recortado en 60% el presupuesto para la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).
Gráfica con resultados en las olimpiadas y el gasto en el deporte en México
Ha habido motivos para disminuir el gasto en el deporte mexicano, eso es innegable. Los bajos precios del petróleo que han causado la depreciación de la moneda mexicana han obligado al gobierno a “apretarse el cinturón” en muchos rubros. Sin embargo, también es innegable que la reducción no ha sido igual para todos, y el deporte es de los más castigados. El tema se reduce a un concepto económico básico: la asignación óptima de recursos escasos. Hay países que con mucho menos han hecho mucho más. Revisando el Presupuesto de Egresos de la Federación, resulta preocupante que a partir del 2014 no ha habido inversión física para el deporte, si no que todo se ha ido a gasto corriente. Parece que desde ahí surge el problema; los decrecientes recursos se están gastando, no invirtiendo. De continuar así, seguiremos dependiendo de esfuerzos individuales aislados (véase el caso de Misael Rodríguez) para poder poner en alto el nombre de México.