El financiamiento es clave para cualquier emprendimiento. Pero una inyección de capital efectiva no solo es cuestión de conseguir altas sumas de dinero: es vital entender las necesidades reales de tu empresa, definir plazos realistas para solventar deudas y conocer tus propias capacidades.
Para las startups, la fórmula suele ser un buen pitch para que los inversionistas se convenzan de que la idea es rentable y les ayudará recuperar su inversión con grandes rendimiento.
Sin embargo, la realidad para las PyMEs, quienes conforman 99% de las empresas en México, está un poco lejos del Venture Capital y los inversores ángel.
Para la columna vertebral del sector empresarial mexicano existen diversos retos para el acceso al financiamiento.
Las instituciones financieras y bancos ofrecen una cartera aún limitada para los pequeños emprendedores mexicanos, ya sea por las sumas que ofrecen, la exigencia de activos en colateral y los esquemas poco amigables para empresas en desarrollo.
Adicional a lo ya mencionado, hoy las empresas afrontan una crisis con características sui generis y que podría extenderse a un plazo incierto.
La pandemia del COVID-19 pone el acento en la discusión alrededor de las opciones más adecuadas y disponibles de financiamiento para PyMEs.
Un fenómeno constante en las crisis económicas es que las empresas tratan de guardar o alargar su dinero lo más posible y reducen inversiones en la mayor cantidad de gastos, como los de capital (CAPEX) y los operativos (OPEX).
En estas circunstancias, el financiamiento se vuelve escaso y costoso: incrementan los intereses y, en ocasiones, también sus requisitos.
Sin embargo, eso no significa que las PyMEs no tengan opciones.
Recientemente el Consejo Coordinador Empresarial emitió un plan de rescate para las PyMEs y MiPyMEs, que incluye dentro de sus acciones el desarrollo de una plataforma de factoraje.
Este esquema de financiamiento cobra relevancia, pues más que una deuda, consiste en la compra de una factura o una cuenta por cobrar que, normalmente, las empresas cobran en 30, 60 o más días, para convertirla en capital corriente de forma inmediata.
En tiempos de crisis, resulta altamente riesgoso sobreendeudarse y sumar cuentas por cobrar, pues estas implican una carga, sobre todo para aquellas PyMEs que dependen de pocos clientes.
Sumado a esto, el factor tecnológico suma otro frente importante en estos tiempos de crisis. La industria fintech ha simplificado los procesos de aplicación y de acceso a este tipo de esquemas de financiamiento, incrementando las posibilidades de las empresas para sobrevivir a un reto del tamaño que presenta el Coronavirus a nivel global.
En términos generales, las mejores armas que las empresas tienen ante esta crisis son finanzas sanas y el acceso a financiamiento.
En ese sentido, la tecnología financiera se convierte en un aliado para transitar ante la incertidumbre y mitigar el impacto de uno de los sucesos económicos más graves desde hace una década.