Cuando la tecnología y la educación dejan de sumar

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Los programas de educación deben aprovechar el potencial de la tecnología para despertar la curiosidad del estudiante y no verla como un artefacto de entretenimiento.

En un México donde 3 de cada 4 usuarios de telefonía celular tienen un smartphone, llegar al salón con una computadora y un proyector no debería ser algo extraordinario; sin embargo, lo es. Hay una clara división entre lo que es posible, lo que es factible y lo que es inconcebible alrededor de la educación y la tecnología. 

Es preocupante que más de 80 millones de mexicanos tienen un celular que les abre las puertas a la información y sólo lo utilizan para ver videos musicales, chismes de Facebook, rumores, memes y fotos familiares por WhatsApp. Todos tenemos la libertad de hacer lo que queramos con nuestros dispositivos personales, pero me angustia que no estemos logrando acercar un nivel de aspiración al conocimientoy al cuestionamiento, haciendo que estos dispositivos sean sólo artefactos del entretenimiento convencional. 

He visto buenos programas de educación de Apple, Google y Microsoft, he escuchado planes de Facebook y YouTube para fomentar la educación, y así varios proyectos honestos y realmente alejados del sentido de lucro o ganancia monetaria, pero no veo algo que tenga el impacto necesario. 

Antes de dar súper computadoras portátiles a las siguientes generaciones, debemos asegurarnos de que lo primero que vean sea algo que despierte su inquietud y alimente su curiosidad.Hay que poner al estudiante por encima de los programas de adopción de tecnologías, a ese mexicano del futuro que ayudará a colonizar Marte, a nutrir a la nación con mejores cosechas y a eficientar el transporte subterráneo o aéreo. 

Rompamos el círculo vicioso adoptando alternativas que fomenten el cuestionamiento y no la repetición.

Por: Ricardo Blanco