La industria cosmética en los últimos 30 años ha cambiado de manera acelerada; han aparecido tendencias que muchas veces son demandadas por el consumidor final y, claro, muchas de estas han desaparecido. Algunos de estos productos en la industria han desaparecido del mercado debido a regulaciones o falta de seguridad en ingredientes y en formulaciones; tal es el caso de algunos conservadores, colorantes, detergentes entre otros.
La cosmética orgánica o natural es un término que llegó para quedarse. Es cada vez más necesario para el consumidor buscar alternativas saludables y sin efectos nocivos para su piel, su salud y el medio ambiente. La cosmética orgánica busca reformular la industria, sustituir ingredientes sintéticos con ingredientes de origen vegetal; por ejemplo, cuando antes sólo pensábamos formular con derivados de petróleo hoy lo estamos logrando con ingredientes vegetales, arcillas, hierbas y cientos de otras alternativas 100% seguras.
Los beneficios de usar cosmética formulada sin sintéticos son enormes ya que gran parte de la fórmula son ingredientes activos y tu cuerpo está aprovechando más nutrientes. Por otro lado, existen afecciones en la piel como inflamación, dermatitis, rosácea o acné que muchas veces empeoran o son ocasionadas por los mismos ingredientes en las fórmulas de la cosmética tradicional como aceites minerales, talcos, conservadores, sulfatos entre otros y, al momento de desintoxicar tu piel, ella misma comienza a sanar.
El impacto ambiental es sin duda otro tema que la cosmética debe afrontar ya que existen ingredientes como los usados en repelentes, antibacteriales, champú y bloqueadores sintéticos que no se degradan. Los ingredientes activos en bloqueadores, por ejemplo, además de ser tóxicos y bioacumulables en el cuerpo, son precursores del blanqueamiento y muerte del coral en nuestros mares. El DEET (ingrediente activo en repelentes) resulta extremadamente tóxico en invertebrados y algas, y resulta también de difícil degradación.
La cosmética orgánica tiene como propósito formular productos de uso diario que sean lo más parecido posible a lo que el consumidor ya está acostumbrado. Resulta un gran reto ya que el desarrollo de ingredientes a gran escala y precios accesibles es lo más complicado del proceso. En México tenemos muchísimo potencial para desarrollar fórmulas botánicas y extractos con beneficios para la cosmética.
POR ILIANA LOZA