Ante la complejidad del mundo actual, las instituciones educativas están enfrentándose a grandes retos dado que el cambio es continuo y exponencial. Encontrarse en un mundo cada vez más globalizado que ha modificado la manera de ser, entender, hacer y pensar, ha llegado a cambiar la comprensión del ser humano. Cada persona debe descubrirse a sí misma y su propósito para después poder contribuir creativamente en la transformación del mundo. “Nuestros alumnos deberán ser flexibles, ágiles, creativos, propositivos y ser capaces de aprender por sí mismos, vivir con conciencia sustentable y con sensibilidad que responda ante la problemática mundial”, comentó la licenciada Sandra M. Elizondo Ochoa, directora general del Instituto Mater.
Para lograr estar a la vanguardia, las escuelas y universidades han dejado atrás el aula tradicional. Lo nuevo es un ambiente flexible de aprendizaje en todo lugar y en toda situación, que convierta a la escuela en un centro cultural, de interacción y de experiencias de aprendizaje. “La escuela debe permitir al alumno crear, diseñar, idear, probar y prototipar haciendo uso de metodologías de vanguardia como son STEAM, Design Thinking y Project Based Learning, apoyados en ecosistemas digitales como Google y Apple”, agregó Elizondo.
El rediseño de los espacios juega un papel muy importante en la educación ya que permite disfrutar el proceso de aprendizaje. “Con esta premisa hemos seguido innovando nuestro quehacer educativo al incluir nuevos espacios como el Xplorer Scape, Play Scape y MakerSpace que incluye herramientas y tecnología de última generación como impresoras 3D, Podcaster, sala de telepresencia, cortadora láser”, comentó la licenciada. El aula debe ser un espacio de indagación y del hacer (Maker), donde los alumnos puedan materializar sus ideas en objetos tangibles que fomenten la innovación y la solución a problemas reales.
La tecnología es parte de nuestras vidas, sin embargo, es necesario que padres y profesores certificados les enseñen a los niños y jóvenes a usarla responsablemente. “Enfocamos nuestros esfuerzos en educar para ser verdaderos ciudadanos digitales, es decir, que con responsabilidad los alumnos interactúen, compartan y creen. Buscamos impulsar a los niños a ser productores creativos, más que sólo consumidores de tecnología”, señaló la licenciada Elizondo.
Por otro lado, las habilidades sociales son de gran importancia en este mundo donde se favorece el ser y el hacer. Explicó la directora Sandra que su modelo educativo está alineado con la formación en la toma de decisiones. “Desarrollamos habilidades sociales de resolución de conflictos, reconciliación, respeto a la diversidad, liderazgo y trabajo colaborativo; de conciencia ecológica. Con esto confiamos en que nuestros jóvenes serán agentes de transformación. De esta manera, los alumnos tendrán las herramientas para ser críticos y contribuir a la comunidad global”.
La personalización de la educación permite que los alumnos se sientan capaces, acogidos, retados y validados para desarrollar su potencial. “Al pensar en los jóvenes como autores de decisiones, hablamos de la importancia de aprender a respetar su propia autonomía. Dada la presión que ejerce el mundo digital deseamos ayudarles a aprender que cada uno tiene capacidad de tomar decisiones libres e informadas, y que crezcan en conf ianza y autoestima”, compartió la directora.
Las innovaciones tecnológicas por sí mismas no transforman el pensamiento, deben ir acompañadas de metodologías de indagación y de sentido para reconstruir la sociedad. “Nuestro compromiso es formar una comunidad educativa donde cada uno de sus miembros sea corresponsable del aprendizaje. Tenemos plena confianza en la capacidad de los jóvenes de transformar el mundo para vivir en un ambiente de justicia, paz y sostenibilidad” finalizó la directora Sandra.