Desde hace años, las aulas de clase dejaron de ser espacios cerrados y herméticos. Poco a poco, con la inserción de la tecnología dentro de los salones, han podido abrirse estos muros para establecer conexiones con especialistas y estudiantes alrededor del mundo. El reto, sin embargo, radica en cómo regular el uso de estas herramientas para que beneficien la experiencia de aprendizaje del alumno y que no se conviertan en una fuente de distracción. “Estamos aprendiendo en esto. Cuando los directores de las escuelas nos juntamos a debatir las situaciones que nos inquietan, el tema de la tecnología siempre está en la mesa. Hasta dónde sí debemos incorporarla al programa educativo y hasta dónde debemos regularlo”, explicó Américo Ferrara, director general de Brillamont.
La llegada de los smartphones a las aulas, por ejemplo, fue una de las primeras oportunidades para que los especialistas en la educación analizarán el papel que juegan como distractores y como guías para conectar a los alumnos entre sí y con plataformas de información internacionales. “Me parece que, como educadores, ya pasamos la etapa de la aceptación. Nos convencimos de que la tecnología tiene que ser parte de las herramientas que tienen el maestro y el alumno a su disposición para aprender. Ahora estamos en el tema de cómo vamos a ponernos de acuerdo entre profesores y estudiantes para definir las reglas del juego, para que ellos aprendan y para que nos permitan guiarlos en este proceso”, platicó el director.
Incorporar nuevas tecnologías en los planes educativos le permite al alumno desarrollar habilidades como la creatividad, la adaptabilidad a los cambios, el pensamiento crítico, la curiosidad y, sobre todo, conciencia y visión global. “La tecnología ha democratizado el acceso a la información. Ahora que estamos trabajando en Brillamont de la mano de Google For Education, nos ha puesto en contacto con 5 mil escuelas alrededor del mundo, con 30 millones de estudiantes y con una base de 2 millones de profesores. Estamos todos compartiendo conocimientos y formando equipos entre todos. Esto me parece un elemento muy innovador que debe convertirse en algo mainstream en la educación”, comentó Ferrara.
Las herramientas de Google for Education son utilizadas por más de 70 millones de usuarios, 72 de las 100 universidades mejor calificadas de EE.UU., y 7 de las 8 Ivy League Schools de este mismo país. Éstas no sólo permiten que los estudiantes estén familiarizados con Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que serán de mucha utilidad cuando se incorporen al mercado laboral, también que la educación que reciben diariamente en las aulas tenga movilidad, adaptabilidad y flexibilidad. “Como maestros, tenemos que pensar en cómo guiamos a los alumnos en el proceso de enseñanza- aprendizaje, qué competencias necesitan desarrollar y cómo les vamos a enseñar a utilizar esa tecnología para el bien de ellos”, complementó Américo.
Con una base sólida en tema de manejo y adaptabilidad de la tecnología, la educación puede transformarse aún más. Una de las propuestas que ha surgido a partir de estos cambios es la educación On Demand. “En la educación básica, hay procesos que se tienen que seguir dentro de nuestras instalaciones, sin embargo sí tenemos que ver la forma de adaptarnos a las familias que hoy dicen: ‘a mí me parece que el tema de home school me agrada y quiero que atiendas ese tema también’. Este gran concepto On Demand me parece que va a estar creciendo muchísimo y es un gran tema donde podemos nosotros innovar”, concluyó Ferrara.
“NOS CONVENCIMOS DE QUE LA TECNOLOGÍA TIENE QUE SER PARTE DE LAS HERRAMIENTAS QUE TIENEN EL MAESTRO Y EL ALUMNO A SU DISPOSICIÓN PARA APRENDER”